A lo largo de la última semana hemos asistido a un ir venir de opiniones variadas sobre el desarme de ETA. Ríos de tinta sobre este desarme y sus consecuencias políticas. ETA asesinó a 829 personas según la Fundación Víctimas del Terrorismo.
El viernes hubo otro atentado terrorista en Estocolmo en el que cuatro personas fueron asesinadas por el malnacido que estampó su camión en una calle peatonal de esta ciudad. La noticia está en todos los periódicos y informativos.
También el viernes de madrugada Trump ordenó el bombardeo de una base aérea siria con resultado de al menos 9 personas muertas, teóricamente en represalia por el ataque químico que el régimen de Bachar Al Asad realizó en una zona rebelde y en el que fueron asesinadas más de ochenta personas. Y ahí siguen los informativos de todo tipo dando versiones de uno u otro bando según las líneas editoriales de cada uno de ellos.
Y todo ello ha ocurrido en una sola semana. Y estas terrible noticias son solo algunas de las que nos enteramos porque desgraciadamente habrán ocurrido muchas más en donde seres inocentes habrán perdido la vida de una forma aleatoria y siempre injustificada.
Y como vemos, de todas ellas se ha dado cumplida y sobrada información en todos los medios de comunicación.
Entre los pasados días 9 de febrero y 7 de marzo un grupo de ocho mujeres (Gloria, Martina, Patricia, Marian, Susana, Sara, Sonia y Celia) de la asociación VE-la Luz , todas ellas víctimas de violencias machistas, realizaron una huelga de hambre en la Puerta del Sol de Madrid y la cobertura mediática fue más bien escasa e incluso en algunos casos muy cuestionable la forma en que se trató por parte de algunos medios.
El listado de mujeres asesinadas por terrorismo machista no deja de crecer pero no ocupan ninguna primera página, no son noticia e incluso demasiada gente se alarma cuando utilizamos el término “terrorismo” para referirnos a estos asesinatos.
Sigo sin entender la resistencia a hablar de terrorismo machista cuando la sangría de mujeres asesinadas no deja de crecer. Es, a mi modo de ver, un total sin sentido. Y así nos sigue yendo a las mujeres de todo el mundo.
El pasado viernes en un charla en la que explicaba algunos términos coeducativos a un público mayoritariamente femenino, cuando apareció el término SORORIDAD, lo expliqué desde la normalidad, al igual que hice con el término FRATERNIDAD. Como es normal muy poca gente conocía el primero y todo el mundo conocía el segundo. Lo curioso del caso es que cuando ya acabamos con los conceptos y dimos paso al coloquio un señor muy educado me indicó que jamás había escuchado este término y que le gustaba, pero que quizás deberíamos plantearnos su uso, puesto que ya había uno que todo el mundo conocía y que englobaba a toda la población. Por supuesto que el término al que aludía el señor era el de fraternidad. No había ninguna mala intención en sus palabras, estoy segura, pero puso sobre la mesa el eterno debate de la invisibilidad de todo lo referente a los temas de mujeres.
He contado esta anécdota porque es, a pequeña escala, un clarísimo ejemplo de lo que ocurre con los asesinatos de mujeres y a la sistemática negativa de tanta gente a llamarlo TERRORISMO MACHISTA.
Son muchas las mujeres asesinadas por el machismo. Muchísimas y ya las cifras son mareantes, pero no se quiere hablar de terrorismo, puesto que “siempre” son casos aislados. Y, además se escudan en el argumento que formuló alguien (un hombre por supuesto) teóricamente progresista y de reconocido prestigio en el campo jurídico, que dijo “que detrás de estas muertes no existe componente político definido”. Venga ya!!!
Detrás de esos ASESINATOS, que no muertes, existe un sistema político claramente definido. Se llama patriarcado. Y nos asesina por ser mujeres. Lo ha reconocido hasta la ONU.
Los eufemismos son unas inmejorables herramientas al servicio del patriarcado para mantener ocultas realidades sangrantes como los asesinatos de mujeres. Porque mientras se habla de “muertes” y no de asesinatos a priori y simbólicamente se exculpa al asesino. El componente de culpabilidad que lleva implícito la palabra “asesinato”, no lo lleva la palabra “muerte” y de esa manera el patriarcado vuelve a proteger a sus hijos predilectos que son los asesinos de mujeres utilizando una de sus mejores armas: el lenguaje. Más