Caballo de Troya

         Gracias a una amiga acabo de conocer que Ada Colau, alcaldesa de Barcelona y firme defensora de la legalización de la prostitución, ha acusado a Carmen Calvo de alienarse con la derecha en materia de igualdad.

         No seré yo quien defienda a Carmen Calvo, que sabe defenderse sola, pero si comparto con ella su visión del feminismo radical el que, como ya he dicho en muchas ocasiones, va a la raíz de l0s problemas para, desde allí, identificarlos y buscar soluciones.

         Y, además, Ada Colau según noticias publicadas, acompañará a Yolanda Díaz en su propuesta electoral SUMAR. Con lo cual, si ese es el planteamiento en el tema de la prostitución y con la recién aprobada ley trans de estas dos referentes políticas que buscan ser la alternativa de PODEMOS, apaga y vámonos.

         Estas nuevas izquierdas que abandonan la defensa de la realidad material de las mujeres como referentes específicos y biológicos, para las políticas de igualdad, no nos representan a muchas feministas. Y, lo que es peor, por mucho que se llamen feministas, al igual quelas representantes del Ministerio de Igualdad, esencialmente no lo son. Sencillamente y una vez más están intentando convertirse en un caballo de Troya del feminismo para destruirlo desde dentro.

         Como es obvio, yo no soy quien para repartir carnets de feminismo a nadie, pero llevo a mis espaldas muchos años de formación, de estudios y de reflexiones para reconocer qué es el feminismo que me representa y cual es una farsa que sólo busca apropiarse de los logros históricos del feminismo para, de ese modo, autoproclamarse feministas,

         El feminismo es un movimiento político y social de carácter universalista y solidario y que, básicamente defiende que mujeres y hombres somos iguales en derechos, libertades, oportunidades y acceso a los recursos de todo tipo. Es una teoría y práctica política articulada por mujeres que, tras analizar la realidad en la que vivimos y las diferentes opresiones que seguimos padeciendo por haber nacido mujeres, las identificamos, señalamos, nombramos y nos organizamos para cambiar esa sociedad patriarcal que nos oprime. Y lo hace por haber nacido con sexo femenino. Porque sexo y género son cuestiones diferenciadas. Mientras el sexo es biológico y, como dice mi amiga Maite, nacemos con cromosomas XX las mujeres y XY los hombres, el género es una construcción social, naturalizada a lo largo de los siglos y por grandes pensadores y, por qué no decirlo también por las grandes religiones monoteístas, para mantener un sistema de obediencia y sumisión de las mujeres ante los hombres que, de ese modo conservaban intactos sus privilegios y todo el poder económico, social y político.

         El resto de los movimientos ideológicos, serán otras cuestiones, pero no es feminismo. Y que conste que me parecen todos ellos, salvo los relacionados con la ultraderecha homófoba, misógina y racista, muy lícitos en sus planteamientos y en su diversidad.

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El «regalo» a las mujeres de Castilla y León

         Después del parón por las fiestas navideñas nos encontramos con el regalito envenenado que el vicepresidente del gobierno de Castilla y León ha propuesto hacer a las mujeres embarazadas de du comunidad: poner más trabas a su decisión libre de interrumpir su embarazo.

         Y es que la derecha, cuando se trata de la libertad sexual y reproductiva de las mujeres, de inmediato se pone de los nervios y a intentar por todos los medios anteponer la moral impuesta por sus creencias religiosas, a la plena libertad de las mujeres sobre sus cuerpos, su placer y su deseo o no de ser madres.

         Sin embargo, dentro de esa misma moral no entran restricciones a la libertad sexual y reproductiva de los hombres ya que en ningún momento se condenan sus “visitas” a violar mujeres prostituidas, por ejemplo. O mantienen un silencio cómplice con cada asesinato de mujeres a manos de sus parejas o exparejas. Muy “coherente” todo con los hombres.

         Pero con las mujeres la cosa cambia. Y ocurre esto y así, porque en el fondo, la derecha y la ultraderecha, a las mujeres nos consideran a las mujeres seres al servicio exclusivo de los deseos de los hombres y sin capacidad para decidir sobre nuestras propias vidas, sobre nuestros propios cuerpos y, por extensión, sobre nuestro placer propio.

         Si a esta concepción patrimonial de la posesión de las mujeres, le añadimos la necesidad perentoria de control de su descendencia a través de las gestaciones que ellos siguen sin poder realizar, nos encontraremos con situaciones muy “delicadas” para sus intereses.

         Y situaciones “delicadas” como consecuencia de la imposibilidad de gestar de los hombres pueden ser, como ya se hace, la compraventa de criaturas por vientres de alquiler de mujeres vulnerables económicamente, y ante lo cual, también existe un silencio cómplice por parte de las instituciones religiosas. Curioso.

         O quizás no tan curioso, si tenemos en cuenta cómo algunas congregaciones religiosas que dirigían algunos hospitales robaron criaturas, durante décadas de mujeres tanto solas, como con familias para entregarlas a gentes de posiciones elevadas a cambio de dinero. O, dicho de otro modo, ya ejercieron esta compraventa de criaturas hasta no hace demasiados años con la complicidad de estas instituciones religiosas que se espantan ante la posibilidad de una interrupción voluntaria del embarazo, pero que no tienen escrúpulos a la hora de comerciar con criaturas arrancada de sus madres para ser vendidas.

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28 de septiembre, Día de Acción Global por el Aborto Legal, Seguro y Accesible.

         Estamos a las puertas de conmemorar otro día de acción para garantizar los derechos a un aborto libre y seguro: el 28 de septiembre. Hace menos de una semana, concretamente el pasado día 23 también conmemoramos el Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Mujeres, Niñas y Niños. Como vemos septiembre es un mes potente en lo que a reivindicación de derechos de las mujeres se trata.

            Pero volvamos al 28 de septiembre y la necesidad de reivindicar que el aborto sea un derecho universal para las mujeres del mundo. Un derecho donde nadie se pueda inmiscuir ni negar. Un derecho a la condición inherente de las mujeres a poder gestar (o no) y que nadie debería arrebatar.

            Las ofensivas de las ultraderechas de todo el mundo van mermando esos derechos. Aquí lo intentaron, pero, afortunadamente el movimiento feminista consiguió pararlo y sólo retocaron la ley del 2010 eliminando ese derecho a las mujeres menores de edad, lo cual ha de revertirse de inmediato porque es un derecho arrebatado.

            Y sin salir del Estado Español, hay que garantizar el derecho de las mujeres a poder abortar sin tutelas, ni períodos informativos, ni historias como la objeción de conciencia de médicos aliados con la ultraderecha y la iglesia católica que sigue imponiendo sus mandatos por vía indirecta, porque, afortunadamente para todas, por la directa no puede.

            El Ministerio de Igualdad ha anunciado la reforma de la vigente ley de salud sexual y reproductiva y la interrupción voluntaria del embarazo. Pero para que esa reforma implique un avance en los derechos de las mujeres sobre sus propios cuerpos y sus maternidades, se deben tener en cuenta algunas cosas, como por ejemplo que el aborto sea gratuito y accesible para todas las mujeres que deseen interrumpir voluntariamente su embarazo, sin límites de edad. Para ello se debe suprimir la necesidad del permiso parental a las mujeres menores de edad, puesta que, en demasiados casos, esos embarazos no deseados, son consecuencia de abusos sexuales de familiares directos como padres o hermanos.

            Así mismo se debería regular la objeción de conciencia de algunos médicos para que esta situación no suponga recorte de derechos de las mujeres que deseen interrumpir voluntariamente sus embarazos. Se debería invertir más en formación profesional específica para el personal médico que tenga que realizar estas intervenciones para que en todo momento esté reciclado y pueda prestar sus servicios de una manera lo menos invasiva posible para las mujeres que, por experiencia propia, sé que van con muchos miedos e inseguridades sobre su futuro por las campañas de criminalización y acoso que se llevan a cabo a las puertas de algunas clínicas que practican dichas intervenciones. Este tipo de acoso a las clínicas y, por extensión a las mujeres que allí acuden, deberían estar castigadas, por intentar vetar derechos de las mujeres y el trabajo de profesionales que garantizan esos derechos.

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Contra la explotación sexual

        Esta semana pasada conmemoramos el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Mujeres, Niñas y Niños. Hemos de recordar que la trata de personas para su explotación sexual es el tercer negocio ilícito en el mundo, por detrás del tráfico de armas y del de drogas, y se calcula que mueve alrededor de 35.000 millones de dólares al año. No es poca cosa, desde luego…

Utilizar el cuerpo de las mujeres y las criaturas como materia prima, como podemos ver, es bastante lucrativo para los proxenetas. Pero deja a las mujeres prostituidas en situación de vulnerabilidad absoluta y con una salud bastante vulnerable también.

El Gobierno se ha declarado en varias ocasiones abolicionista, pero hasta el momento no se ha movido nada en este sentido. Solo una recomendación desde el Ministerio de Igualdad de cerrar los prostíbulos durante la pandemia y que, además son competencias de las Comunidades Autónomas. Insisto, hasta ahora, los hechos brillan por su ausencia.

No nos vale solo con una ley contra la trata de personas con fines de explotación sexual. Exigimos una ley integral abolicionista de la prostitución que contemple acciones punitivas contra los puteros y proxenetas y acciones claras, concretas y concisas para las mujeres en situación de prostitución. No nos vale con palabras que se lleva el viento y por eso insisto en lo de acciones claras, concretas y concisas.

Si con la Ley Orgánica 1/2004 sobre medidas de protección contra la violencia de género, quedaron asuntos sin rematar y sobre todo, sin desarrollar y así siguen después de dieciséis años, con todo el trabajo de sensibilización y pedagógico realizado por el movimiento feminista en estos años, que no por las administraciones, sobre todo con las del PP, no quiero ni imaginar qué pasará ni no se afronta este problema desde la raíz, y desde luego, pensando en las mujeres prostituidas…

Socialmente existen demasiadas complicidades con el mundo de la prostitución como para que se pongan parches. Y como dice mi amiga Laura Nuño, se ha prohibido la publicidad del tabaco y del alcohol, ¿Por qué no se hace lo mismo con la prostitución? Y este es solo un ejemplo.

Si tenemos en cuenta que la prostitución en sí misma es una violación por dinero, entenderemos las secuelas que puede dejar en estas mujeres y niñas, mayoritariamente, que se las viole numerosas veces al día y sin la menor posibilidad de escapatoria de sus agresores. El nivel de sometimiento debe ser el equivalente al miedo que puedan sentir a que los proxenetas dañen a sus seres queridos en caso de intento de escapada de la situación. Y como sabemos, el miedo es una potentísima arma para someter y mantener el poder. Más

La importancia de las palabras: El ocho de marzo es el Día Internacional de las Mujeres

         Últimamente se da por nombrar a este día de forma acrónima y reduccionista como, simplemente, 8M. Deducimos que todo el mundo sabe cuál es su significado. Y quizás sea así, pero se oculta el verdadero sentido de ese día: las luchas de las mujeres.

También en los últimos tiempos y por diversos motivos la palabra mujer o mujeres, está desapareciendo como sujeto político de algunos discursos incluso de los feministas. Palabras como persona gestante, inclusión e incluso igualdad, ocultan que quienes realmente sienten en sus carnes la desigualdad creada por el patriarcado somos las mujeres.

Al ocultar el sujeto político en las definiciones, resulta mucho menos ofensivo para quien realmente es nuestro objetivo como feministas: La lucha contra el patriarcado que nos oprime. Y el patriarcado, como muy bien sabemos, se camufla de muchas maneras para persistir e inventa nuevos modos para mantener sus privilegios sobre las mujeres y las criaturas. E incluso utiliza formas camaleónicas para contaminarlo todo y camuflarse para no ser distinguido. Incluso utiliza esos camuflajes para introducirse en el debate feminista y así dividirlo, como lleva un tiempo ocurriendo.

El 8 de marzo es el Día internacional de las Mujeres. Lo conmemoraremos en unos días y aunque este año no se ha convocado una huelga feminista por caer en domingo, eso no merma ni un ápice la fuerza de las reivindicaciones feministas sobre las desigualdades y discriminaciones que sufrimos las mujeres. Insisto LAS MUJERES. Y todas las mujeres sin excepción.

Por ser mujeres nos asesinan. Por ser mujeres sufrimos violencias machistas de todo tipo. Por ser mujeres tenemos menos empleo, que no menos trabajo que de eso nos sobra aunque no está retribuido. Por ser mujeres cobramos menos, incluso en las pensiones. Por ser mujeres se nos intenta silenciar, incluso físicamente. Por ser mujeres sufrimos micro y macro machismos. Por ser mujeres no se nos cree cuando afirmamos haber sufrido agresiones. Por ser mujeres se nos viola como símbolo de fuerza y de dominio. Por ser mujeres se nos juzga dentro y fuera de los juzgados de forma patriarcal. Por ser mujeres Se cuestiona nuestras voces en los espacios públicos y privados. Por ser mujeres se nos prostituye y se nos explota sexualmente para ganar pingües beneficios con nuestros cuerpos. Por ser mujeres se nos explora reproductivamente como vientres de alquiler para, también obtener beneficios. Y, si además de ser mujer, sufres alguna diversidad funcional o intelectual, sufres muchísimo más. O si eres una mujer negra se tienen que sumar la, todavía persistente, segregación racial. Por ser mujeres las distintas religiones pretenden, y a veces consiguen, dictar nuestras formas de vivir nuestra sexualidad y nuestra maternidad.

El movimiento feminista siempre ha sido solidario con los movimientos de otras personas que se sentían discriminadas por sus diferencias. Movimientos todos ellos lícitos y que poco a poco han ido consiguiendo sus objetivos y, al mismo tiempo, olvidándose del los objetivos del movimiento feminista. Cuando no, directamente volviéndose en contra del mismo, aunque con un discurso lleno de eufemismos y siempre políticamente correcto. Más

Victimismo no, denuncia

            Uno de los argumentos que el patriarcado, en cualquiera de sus formas, utiliza para intentar denigrar al feminismo es insistir en que se trata de un movimiento victimista. Con esta forma de actuar busca no sólo la crítica destructiva, sino también el que a mucha gente que es feminista le aturde o le asuste pasar a definirse como tal.

Una de las características más importante del feminismo es la lucha por la equidad entre personas, más allá de razas, religiones u orientación sexual. Y cuando hablo de equidad no se trata solo de igualdad. Como muy bien es sabido las mujeres de todas las razas, religiones u orientación sexual sufrimos situaciones denigrantes cada día simplemente por haber nacido mujeres. E incluso son otras mujeres quienes nos tratan mal en demasiadas ocasiones debido a su sumisión al patriarcado.

El hecho de que expongamos esas situaciones denigrantes ante la sociedad y reivindiquemos la equidad entre las personas se reviste de victimismos para de ese modo desacreditarnos e intentar silenciarnos.

Cuando no se es consciente de los privilegios de los que se goza, en demasiadas ocasiones no se ven ni perciben las situaciones que esos privilegios generan en el sometimiento hacia otras personas.

Lo define estupendamente bien la escritora, profesora y activista feminista italo-estadounidense Silvia Federicci cuando afirma «Que nuestro bienestar no se debe construir sobre el sufrimiento de otras personas», y, precisamente eso es lo que se está promoviendo por el férreo pacto entre el capitalismo  y el patriarcado. Construir y gozar de unos privilegios que proporcionan bienestar sobre el sufrimiento de demasiadas personas.

Desde el activismos feminista y social se observa como en cada momento y ante cada situación de ámbito planetario, las mujeres y las niñas son quienes se llevan la peor parte. Siempre y, para muchas personas esto no admite discusión. Sólo aquellos que obtienen beneficios de cualquier clase no son capaces de admitirlo. E incluso lo ven como algo «natural» y, por tanto indiscutible.

Ante la denuncia de esas situaciones salta la alarma y nos intentan acallar llamándonos victimistas, feminazis y otras lindezas. Pero no es más que otra estrategia para mantener privilegios a costa de situaciones de desigualdad y de temor a perder sus privilegios que de forma «natural» creen que les pertenecen.

Y no, no somos victimistas, somos conscientes, muy conscientes de que el bienestar patriarcal a todos los niveles se construye en base al sufrimiento de más de la mitad de la población mundial que somos las mujeres.

El patriarcado sigue construyendo un paradigma que permite naturalizar e incluso legalizar esas situaciones de inequidad y de sufrimiento. Y lo naturaliza de muchas maneras, incluso ganándose la complicidad de muchas mujeres que siguen ciegas a esas inequidades y al sufrimiento de tantas y tantas hermanas en el mundo entero.

Un ejemplo reciente y muy, muy suave es la reacción que se ha tenido por parte de la Real Academia Española de la Lengua cuando se les ha pedido que elaboren un estudio para que la Constitución tenga un lenguaje más inclusivo y que, por tanto, nos incluya de forma clara a las mujeres españolas. Hemos visto desde amenazas de dimisión hasta «peros» de todo tipo.

Y digo que es un ejemplo muy suave si lo comparamos con las estratagemas de todo tipo, sea con formas sutiles e incluso simbólicas o a las claras que se tiene para justificar las tropelías que se siguen cometiendo con las mujeres y las niñas y que pasan desde el asesinato antes de nacer cuando se comprueba que va a nacer una niña, la trata y explotación sexual, los asesinatos de mujeres por serlo, la pobreza sistemática a las que se las somete en algunos lugares del planeta hasta el hecho de utilizar sus cuerpos como campos de batalla. O sus decisiones también como campo de batalla al impedir que las puedan tomar incluso sobre sus propios cuerpos.

Todo lo que he expuesto, está ocurriendo en este mismo momento y en diferentes lugares del mundo. Y nada de ello es natural. Es obra de muchos siglos y doctrinas que lo intentaron naturalizar. Y lo siguen intentando. Pero cuando alzamos la voz y lo denunciamos como situaciones injustas y generadoras de mucho sufrimiento, somos feminazis, manipuladoras, victimistas, y un largo etc. Más

El feminismo no muerde

            Según lo define María Moliner el feminismo es «La doctrina que considera justa la igualdad de derechos ENTRE hombres y mujeres. Movimiento encaminado a conseguir la igualdad.»

            Para la RAE es «La ideología que defiende que las mujeres deben de tener los mismos derechos QUE LOS hombres.»

Como podemos ver mientras la primera definición habla implícitamente de relaciones simétricas entre mujeres y hombres, con la segunda ya existe asimetría, puesto que coloca a los hombres en una posición superior en derechos a los que aspiramos acceder las mujeres. Como sabemos el lenguaje nunca es neutro y en este caso tampoco lo es, naturalmente.

Y si partimos de esa falta de neutralidad entenderemos cómo al manipular tanto su sentido original -denuncia de desigualdades- como su objetivo final -exigencia de equidad real en derechos y oportunidades- nos encontraremos con que cada vez que se habla de feminismo se desatan los demonios del patriarcado en forma de desprecio y degradación del término. Creo que estas reacciones en el fondo solo esconden los miedos del propio patriarcado que teme perder sus privilegios. Y no se trata de eso en absoluto.

Cuando las feministas denunciamos la falta total de igualdad y lo que es peor, de equidad entre mujeres y hombres, no nos lo estamos inventando. Sencillamente lo estamos viendo y sufriendo. Naturalizar esas desigualdades es una forma de enmascararlas y de disfrazarlas de falsa normalidad.

No es natural ni normal que las mujeres cobremos casi un 30% menos que los hombres por hacer el mismo trabajo y que por tanto también cobremos menos pensiones.

No es natural ni normal que nuestros cuerpos sean mercancías con las que tratar, comprar, vender, usar, abusar, etc.

No es normal ni natural que nuestra salud específica solo sea investigada en momentos como el embarazo y la lactancia y que a lo largo de nuestras vidas nos veamos sometidas a tratamientos médicos investigados y probados en cuerpos masculinos.

No es normal ni natural que las grandes religiones monoteístas busquen, a través del miedo y de la culpa nuestro sometimiento absoluto a sus doctrinas. Y por supuesto tampoco es normal ni natural que dicten normas morales sobre nuestras maternidades y nuestros cuerpos.

No es normal ni natural que a través de socializaciones diferenciadas se nos diga, desde incluso antes de nacer, que se espera de nosotras por ser niñas y mujeres y se nos muestren los límites de nuestras libertades con culpas y miedos. Más

A por el 2018!!!

            Hoy acaba un año duro. A las noventa y siete mujeres asesinadas por ser mujeres hay que sumarle las siete niñas también asesinadas por sus padres. El balance en términos de vidas de mujeres y niñas es aterrador. Sencillamente escalofriante.

Y esto ha ocurrido justo en el año en donde se ha alcanzado un pírrico Pacto de Estado contra la violencia de género en el ámbito del Estado Español y el Pacto Valenciano contra las Violencias Machistas y de Género. Obviamente no se puede pretender que ambos estén ya funcionando a pleno rendimiento, pero sí que es exigible la voluntad política plasmada en los presupuestos de ambas administraciones de las partidas presupuestarias destinadas a poner en marcha todas las medidas pactadas en ambos documentos.

Soy consciente de que solo han pasado unos meses de la firma de ambos pactos. Pero también lo soy de que para los asesinatos de mujeres no hay tregua, ninguna tregua.

Hace bastantes años me comprometí conmigo misma y vitalmente con este tema. Y lo que siento cada vez que una mujer o una criatura son asesinadas por el patriarcado me resulta muy difícil de explicar. Es una sensación mezcla de rabia, dolor, al tiempo que refuerza mi compromiso para seguir intentando evitarlo. Y sé que no estoy sola en esto.

Del feminismo he aprendido mucho de muchas amigas y maestras de vida. He aprendido la sororidad y sus límites. Aprendí a detectar las múltiples facetas en las que actúa el patriarcado. A mirar con ojos feministas la realidad. A denunciar abiertamente aquellos sectores tan patriarcalizados que no les importa predicar, aún hoy en día y a través de sus libros sagrados, que el ejercicio de las violencias contra las mujeres era una manera de subordinarlas.      También aprendí a plantar cara a los machirulos cotidianos y a ponerles en su sitio. O a acusar a quienes teniendo herramientas jurídicas, políticas y policiales hacen oídos sordos a las voces de las mujeres víctimas, ejerciendo nuevamente de victimarios de ellas.

Pero de mis amigas y maestras de vida aprendí que en estas luchas nunca estamos solas pese a que lo parezca. Que somos muchas y cada vez más hombres se suman al rechazo y condena más absoluta de esta terrible manifestación del patriarcado.

En los últimos años y, a través de las charlas que me invitan a impartir, he podido comprobar cómo las mujeres jóvenes se acercan al feminismo abiertamente y sin miedos ni prejuicios. Mujeres que van a ser el relevo de las que ya tenemos unos años y que pensamos seguir dando la batalla hasta el final. Pero lo que más me alegra es ver como también hombres jóvenes se cuestionan sus propias masculinidades normativas y optan por la revisión de las mismas buscando una mayor equidad y simetría en sus relaciones con las mujeres.

Podríamos hablar de una cierta esperanza en que la fuerza y consistencia del patriarcado asesino está más cuestionado que nunca. Aunque no por eso pierde su poder asesino.

Nos quedan muchísimos temas que pelear y en todos los ámbitos. Temas relacionados con la utilización mercantilista de los cuerpos de mujeres y niñas a través de la trata de mujeres y niñas, de la prostitución, de los vientres de alquiler, de la publicidad, de la falta de investigación para que la salud de las mujeres sea tratada de la misma manera que la de los hombres. Temas relacionados con la brecha salarial y las desigualdades laborales. O los relacionados con la igualdad en el acceso a los espacios de toma de decisiones y de poder político, económico, académico, etc. O también temas relacionados con todo lo que nos queda por hacer para que los grandes medios de comunicación abandonen sus posiciones privilegiadas a la hora de redactar noticias sobre mujeres o del tratamiento que hacen sobre esas mujeres. O la recuperación de la memoria histórica de las mujeres que fueron olvidadas y ninguneadas sin ningún pudor.

Pero sobre todo no podemos olvidarnos de nuestras hermanas de otras partes del mundo a quienes por conflictos armados, por ejemplo, utilizan como arma de guerra en muchos sentidos. Mujeres cuyos cuerpos y vidas son utilizados sin ningún pudor por los mal llamados señores de la guerra no sólo como esclavas sexuales, sino también como elemento de elaboración de estrategias políticas como la natalidad, por ejemplo. O como elementos de humillación del adversario en el conflicto. O incluso como bombas. Más

Las niñas pueden cambiar el futuro

            El 19 de diciembre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas en la Resolución 66/170 decidió designar el 11 de octubre como Día Internacional de la Niña, que se conmemorará cada año a partir del 2012. Como vemos es de reciente consideración la necesidad de recordarnos el papel que realizan las niñas en el mundo.

El analfabetismo de las niñas es, en demasiados países del mundo, el caldo de cultivo que marcará sus vidas definitivamente. Serán vidas dedicadas solo al cuidado y a trabajar de sol a sol sin ningún reconocimiento a ese trabajo.

Las mutilaciones genitales siguen estando al orden del día en la vida de demasiadas niñas del mundo. La trata con fines de explotación sexual y laboral es otra de las lacras que han de padecer las niñas del mundo.

Las violencias machistas se ceban en ellas en todas sus formas reconocibles y en todas las partes del mundo. Son, quizás, el eslabón más vulnerable de nuestras sociedades. Y pese a ello, siguen estando desprotegidas.

La ONU las intenta proteger al incluirlas en el objetivo número 5 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible o Agenda 2030. Los datos que contienen los diferentes informes son sencillamente aterradores. Los objetivos esperanzadores.

Pero poco o nada cambiará el panorama de vida de ellas si no se invierte en su educación y en su empoderamiento desde edades muy tempranas. Y según un informe presentado por la revista Science:

«Los estereotipos de género sobre la capacidad intelectual surgen temprano e influyen en los intereses de los niños.

Los estereotipos comunes asocian la capacidad intelectual de alto nivel (brillantez, genio, etc.) con hombres más que mujeres. Estos estereotipos desalientan la búsqueda de mujeres de muchas carreras de prestigio; es decir, las mujeres están subrepresentadas en campos cuyos miembros valoran la brillantez (como la física y la filosofía). Estos estereotipos están respaldados e influenciados por los intereses de niños de tan solo 6 años. Específicamente, las niñas de 6 años tienen menos probabilidades que los niños de creer que los miembros de su género son «realmente, realmente inteligentes». También a los 6 años, las niñas comienzan a evitar las actividades que se dice son para niños que son «realmente, realmente inteligentes». Estos hallazgos sugieren que las nociones de brillantez basadas en el género se adquieren temprano y tienen un efecto inmediato en los intereses de los niños.»

Así vemos, que según lo que afirma esta prestigiosa revista, los estereotipos y, por tanto los patrones, se aprenden en edades muy tempranas. Por ello habrá que prestar especial atención a la socialización de las niñas y niños. Más

La omisión y los silencios también son violencia machista

tere-gijon            La violencia de género o machista estructural es, como su nombre indica, inherente a las estructuras, sobre todo económicas, existentes en el mundo. Aparece como consecuencia del vigente sistema androcéntrico que sigue guiando la vida de la propia humanidad.

Es una violencia machista bastante invisible para los ojos no habituados a su detección, pero está ahí y repercute directamente sobre la vida de mujeres y niñas de todo el mundo.

Según definición del Consejo de Europa, la violencia estructural «Es un tipo de violencia de género va íntimamente ligado a las estructuras de poder en todos los sentidos puesto que generan, reproducen y legitiman desigualdades.[1]«

Cómo podemos comprobar las decisiones u omisiones que se toman en despachos institucionales cercanos o lejanos afectan de manera directa sobre las vidas de las mujeres y niñas, ejerciendo sobre ellas un tipo de violencia más silencioso, pero no por ello menos dañino.

Esta mañana, como cada mañana, escuchaba en la radio la publicidad de la Dirección General de Tráfico para la prevención de accidentes en carretera. Desde hace muchos años se llevan dedicando muchos dineros públicos para la prevención de estas muertes. Y no solo en publicidad, también en mejoras de carreteras, en investigación, etc.

La verdad es que me parece estupendo que se dediquen esos fondos públicos a prevenir las muertes de personas producidas de una forma tan estúpida e inútil como lo son las muertes por accidentes de tráfico. En este sentido, y más allá de algún contenido en las campañas publicitarias, no he detectado a lo largo de los años demasiadas discrepancias entre los partidos políticos para mantener esta actitud preventiva.

Pero cuando hablamos de la muerte de mujeres y niñas mayoritariamente a manos de machistas asesinos, la cuestión ya cambia. Aunque las muertes sean igual de estúpidas e inútiles. Pero de entrada y al parecer, no es lo mismo.

La vida de las personas, de todas las personas, es el mayor bien que tenemos y debe ser protegida desde los poderes públicos. En ese sentido las decisiones que se tomen para que ese derecho sea real me parecerán siempre acertadas.

Pero sigo sin entender por qué cuando se trata de proteger específicamente la vida de las mujeres y las niñas, las decisiones que se toman son tan tibias e incluso inexistentes.

Los recortes producidos sobre los recursos destinados a prevenir violencias machistas, es violencia machista estructural, puesto que está perjudicando directamente a las víctimas reales y/o potenciales de ese tipo de violencias tan específicas que se ejercen sobre las mujeres por el simple hecho de ser mujeres.

El hecho del no desarrollo de forma correcta de la actual ley orgánica de medidas de protección contra la violencia de género, es otra forma de ejercer violencia de género estructural contra las mujeres y niñas, puesto que se les están negando derechos contemplados en una ley orgánica que el propio gobierno está dejando sin presupuesto para su desarrollo y ejecución.

La falta de entendimiento entre partidos para llegar a un gran pacto de estado en esta materia sangrante que sesga la vida física de demasiadas mujeres y criaturas cada año y que deja tantas secuelas físicas, emocionales y psicológicas en las víctimas supervivientes, es violencia de género estructural le pese a quien le pese, y escrito así, con todas y cada una de las letras.

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Alicia Murillo Ruiz

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